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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Festivos y fiestas de guardar

Parece ser que la cuestión de base en los países occidentales es fastidiar no sólo al trabajador sino al pequeño comerciante. Últimamente, los grandes empresarios, es decir, aquéllos que han acabado con las PYMES de nuestro país se han propuesto dos objetivos que parece que a medio o a largo plazo acabarán consiguiendo, siendo uno de los motivos ocultos el hecho de borrar a Dios y a la religión Católica del mapa. Así pues, el libre comercio basado en "abre-tantas-horas-como-quieras" y "abre-tantos-días-como-quieras" se están imponiendo en nuestras urbes. 

Los puentes, tan anhelados por todos, son objeto de demolición, pretendiendo de este modo instaurar costumbres como las anglosajonas, como es pasar los días festivos a lunes. 

Señores: hemos vuelto a la esclavitud; a la esclavitud de las hipotecas, a la esclavitud de que la clase trabajadora y la clase media cada día es más pobre al mismo tiempo que políticos que gozan de los privilegios de funcionarios -sin serlo-, se llenan las arcas propias en detrimento del resto de conciudadanos. 

Basta de hipocresía. Lo primero que hay que hacer es tomar conciencia de que la persona humana tiene que trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Es necesario que se repiense en el número de horas de la jornada laboral y no para ampliarla, sino para disminuirla. Son necesarias 8 horas al día para dormir; 2 para las comidas; 2 para el desplazamiento al lugar de trabajo y cerca de 8 para trabajar. Es decir, cada día solemos perder -no tiene otro calificativo-, 20 horas de nuestro tiempo y sólo quedan 4 para dedicarlo a nuestras familias y a nosotros mismos, todo ello cuando sólo trabaja uno de los miembros de la unidad familiar -hecho poco frecuente debido a las hipotecas-.
 
Por todo ello, tenemos que repensar la sociedad y qué queremos de nosotros mismos, notando que la familia es la base de todo lo que pretendamos emprender y que sin ésta todo está perdido. 

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