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miércoles, 16 de junio de 2010

La importancia de la disciplina

Una de las aspiraciones de todo ser humano es mejorar a lo largo que su vida avanza. Esta mejora puede producirse en ciertos ámbitos durante toda la existencia humana. Sin embargo, llegados a una edad, en lugar de avanzar, se retrocede. En este segundo caso, normalmente, se hace referencia tanto a los aspectos físicos como, en algunos casos, psíquicos de la persona.

Pero en fin, el reto de la persona es mejorar y una buena manera de hacerlo es mediante la fijación de pequeños hitos que, progresivamente, hay que alcanzar. Esto hace recordar a la actitud del Santo Cura de Ars, Jean-Marie de Vianney quien, cuando trabajaba en el campo, se ponía una imagen de la Virgen María a cierta distancia con el fin de llegar a ella para besarla. Acto seguido la avanzaba unos metros más y seguía trabajando y acababa alcanzando, poco a poco, su objetivo.

Lejos de la Modernidad, caracterizada por grandes utopías como el marxismo, el comunismo o el anarquismo, la Postmodernidad se caracteriza por abarcar menos y llevar a cabo acciones más cercanas. Sin embargo, hay que rehuir de la cultura del «depende» que se ha anquilosado en nuestras mentes. La manera de luchar contra este «depende» es mediante la constancia. Una buena cualidad de la persona es perseverar, imitando aquel refrán español que dice «quien la sigue, la consigue» y que también tienen otras lenguas como, por ejemplo, la portuguesa «agua mole em pedra dura, tanto bate até que fura». Es decir, que el agua tanto golpea la piedra que acaba por agujerearla.

Decir esto es fácil, ¿y llevarlo a cabo? Evidentemente, no se puede dar una respuesta generalizada pues cada persona, dependiendo de su contexto, tiene su mente configurada de una manera diferente. Ahora bien, para conseguir objetivos hay que empezar con pequeñas propuestas fáciles de cumplir que, con el paso del tiempo, días, semanas, meses... se hagan un hábito y se logren objetivos que, como no, son revisables.


Para ejemplificarlo, si una persona quiere adelgazar, de ningún modo tiene que proponerse bajar en una semana diez kilos, sino que debe proponerse pequeños desafíos como no acudir tanto a la nevera, procurar no pasar cerca de pastelerías o lugares en los que hay tentación de comer..., hacer algo de ejercicio (sin que sea de golpe), un paseo de unos minutos, ir a correr un poco... Cosas simples que no impliquen un gran esfuerzo y que, sobre todo, no acaben siendo un «comienzo de caballo y parada de burro». 

16 de junio de 2010


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