Título del libro Los asombrosos frutos de una sencilla devoción (La devoción de las Tres Avemarías)
Autores Secretario de la Cruzada de las Tres Avemarías (Larrauri, L. -Misionero Redentorista; Pérez, S. -Marista-)
Editorial Apostolado Mariano Lengua Es
Lugar de compra Librería Testimonio (Lumen Dei)
Páginas 94 Precio 1'35 euros
Resumen y opinión
Los asombrosos frutos de una devoción Mariana tiene la intención de presentar diversos casos relativos a personas que confiaron a María, madre de Jesús, madre de Dios, como a intercesora delante de su hijo, Jesús.
María nos es presentada como a la escogida y como aquélla que no tiene igual ya que por encima de ella sólo hay Dios; por debajo, el resto de seres. Aunque los hermanos protestantes no confíen en María, ésta, que fue la escogida por Dios Padre para llevar a su hijo Jesús al mundo, aceptó la situación que Dios le propuso sin cuestionarlo, sino acogiendo la palabra de Dios y haciéndola carne, por ello la llaman bienaventurada.
El libro nos insta a rezar, al menos en dos ocasiones al día, las tres Avemarías de la manera siguiente:
“¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!”
1ªPor el poder que te concedió el Padre Eterno:
¡Ave María! María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. AMÉN.
2ªPor la sabiduría que te concedió el Hijo:
¡Ave María! María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. AMÉN.
3ªPor el Amor que te concedió el Espíritu Santo.
¡Ave María! María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. AMÉN.
¡Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo!, como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. AMÉN.
Esta oración se puede rezar con una estampa de la Virgen delante, que nos puede ayudar. Del mismo modo, tenemos que tener presentes que con esta oración estaremos orando por millones de personas que, a su vez, estarán orando por nosotros.
Opinión personal:
Como muchas, algunos pueden considerar esta práctica como fruto de una superstición. Ahora bien, el libro da testimonio de varias personas que han visto como esta práctica diaria ha mejorado no sólo sus vidas sino, en algunos casos, el fin de las mismas. Personas que se habían apartado de la Iglesia, de Cristo, de Dios, llegaban al lecho de la muerte recordando las tres Avemarías que les acercaba a la sangre redentora y limpiadora de Cristo.
Yo, que me convertí a la fe gracias a una radio Evangélica -Radio Amistad-, tenía algunas dudas sobre la importancia de María. A veces, aún las tengo. Ahora bien, un día, después de ir a un partido de fútbol que finalmente no jugamos porque la mitad de la plantilla no había venido, tomamos el coche y pasamos todos por una zona que todavía estaba inmobilizada ya que por la mañana habían hecho mercado. El guardia quería a multar a los cinco coches que íbamos. Instintivamente, empecé a rezar el “Avemaría”, rogándole a María que no nos multara. Uno de los guardias me ordenó callar y me preguntó si me estaba riendo de él. Le dije que no, me aparté y seguí rezando. Finalmente, nos dejaron marchar sin multarnos
Quizá, para muchos, esta anécdota que tuvo lugar en el año 2005 puede ser únicamente una casualidad -como suelen llamarse experiencias de este tipo-. Ahora bien, yo no lo creo así. Era más probable que el guardia nos multara que no que nos dejara pasar indemnes. Con todo, no se puede tampoco plantear que nuestras oraciones -ya sea a María o a Dios-, tienen que ser para instrumentalizarlos para obtener aquello que queremos.
Para terminar, creo que la oración a María no puede ir sola, sino acompañada por la oración que Jesús enseñó a sus discípulos antes de morir:
Padre Nuestro que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan de cada día, dánoslo hoy.
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Y no nos dejes caer en tentación,
sino líbranos del mal. AMÉN.
Y más aún me atrevo a decir:
Padre Nuestro que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
El pan de cada día, dánoslo hoy.
Perdona mis ofensas, así como yo perdono o intento perdonar a los que nos ofenden.
Y no me dejes caer en tentación,
sino líbrame de todo mal. AMÉN.
04-04-2010
esta Devoccion no es fruto de supersticion y tiene fundamento solidos
ResponderEliminarinumerables santos han recibido la aprobacion de la madre de Dios respecto de la devocion...
y los testimonios y frutos de quien las resitan confirman su atentisidad
saludes
esta Devoccion no es fruto de supersticion y tiene fundamento solidos
ResponderEliminarinumerables santos han recibido la aprobacion de la madre de Dios respecto de la devocion...
y los testimonios y frutos de quien las resitan confirman su atentisidad
saludes