Muy a menudo, al leer obras de cualquier tipo de índole, los escritores tienden a enfrascarse en frases largas, complejas, dando ejemplos que, en muchos casos, acaban por aburrir a aquel lector que quiere ir al grano, que quiere puntos claros y básicos a partir de los cuales poder construir su pensamiento.
¿Quién no ha leído nunca un texto o un libro de este tipo? ¿Quién no ha tenido nunca la voluntad de terminarlo pues en el mismo se encontraban los puntos fundamentales en medio de frases que se ven escritas con más afán de rellenar folios que no de sacar unas conclusiones que en menos de un folio, en muchas ocasiones, se podrían plasmar?
Evidentemente no serán pocos los que criticarán este texto: charlatanes que, en lugar de ir a lo básico, a lo profundo, se van por las ramas, queriendo hacer poesía del lenguaje por encima de la esfera comunicativa que hay que transmitir. Yendo hacia un extremo, ¿por qué para decir algo tan sencillo como “quiero comida” se tienen que dar vueltas y vueltas, rodeando dicha frase con adjetivos que distraen y que, a veces, resultan engañosos, distraen, a la hora de aplicar a la vida aquello que se pide.
Pero, son muchos los que, cuando se va a lo esencial lo critican diciendo que se habla de manera superficial y sin detalles. Por tanto es a esta ausencia de detalles lo que pido yo en este pequeño manifiesto que redacto, pues es haciendo una estructura que después se pueden colocar las frases, para hacerlo entendible -y contradictorio a este texto-, como si fuera un árbol con sus ramas vacías y que se pueblan a medida que avanza el año y empieza la primavera. Es en verano, es decir, con el dominio del lenguaje y que cabe desmenuzar hasta llegar de nuevo al invierno con las ideas claves de todo.
En breve: ideas básicas en lugar de un gran texto.
25-02-2010
De todas maneras, si lo que se cuenta uno lo encuentra interesante, da igual lo que se maree la perdiz, te lees el libro hasta el final
ResponderEliminar