Con motivo de las fallas decidí ir a Benicarló para ver qué habían hecho. Eran 12 las “colles”, grupos, que habían renovado su tradición con una falla. Ahora bien, los temas de algunos se repetían: política e inmigración.
La primera sátira falleras se produce porque la sociedad valenciana, del mismo modo que la del resto del Estado sigue preocupada por la delicada situación económica que está atravesando nuestro país. No son pocos los tanto pequeños y medianos como empresas que han tenido que cerrar por la zona.
Todo es una cadena: como hay crisis, no se consume; como no se consume, no se vende; como no se vende, no se necesita producir; como no se necesita producir, no se necesita trabajar; como no se necesita trabajar, no hacen falta trabajadores; como no hacen falta trabajadores, muchas empresas tienen que cerrar o recortar plantillas; como muchas empresas tienen que cerrar o recortar plantillas; mucha gente se va al paro; y, finalmente, de nuevo, como la gente está al paro, no tiene dinero; y como no tiene dinero, no consume, o bien lo hace en sitios más económicos.
Estos sitios más económicos, en algunos casos, son debido a los productos de importación que ofrecen y que entran en Europa a unos precios bajamente desorbitados ya que el coste de la mano de obra y de las materias primas de los países en los que se producen es muy reducido. Cabe recordar que en muchos casos los trabajadores ejercen su profesión en condiciones infrahumanas, explotados.
En este sentido, muchos “ninots” de las fallas benicarlandas se quejaban por el gran número de negocios que cierran en la ciudad mientras que al mismo tiempo se preguntaban de dónde salía el dinero con el que los chinos ocupan estas tiendas y montan otros negocios, algunos de los cuales parecen ser fantasmas. Todo parece ser una incógnita.
La cuestión es que tanto los benicarlandos como los valencianos y españoles están sufriendo en sus carnes la mala situación económica que asola especialmente a nuestro país y el resto de la unión europea. Quizás fuera bueno crear un tipo de aranceles que impidieran que los productos importados costaran tan poco como cuestan ante los de producción nacional.
La primera sátira falleras se produce porque la sociedad valenciana, del mismo modo que la del resto del Estado sigue preocupada por la delicada situación económica que está atravesando nuestro país. No son pocos los tanto pequeños y medianos como empresas que han tenido que cerrar por la zona.
Todo es una cadena: como hay crisis, no se consume; como no se consume, no se vende; como no se vende, no se necesita producir; como no se necesita producir, no se necesita trabajar; como no se necesita trabajar, no hacen falta trabajadores; como no hacen falta trabajadores, muchas empresas tienen que cerrar o recortar plantillas; como muchas empresas tienen que cerrar o recortar plantillas; mucha gente se va al paro; y, finalmente, de nuevo, como la gente está al paro, no tiene dinero; y como no tiene dinero, no consume, o bien lo hace en sitios más económicos.
Estos sitios más económicos, en algunos casos, son debido a los productos de importación que ofrecen y que entran en Europa a unos precios bajamente desorbitados ya que el coste de la mano de obra y de las materias primas de los países en los que se producen es muy reducido. Cabe recordar que en muchos casos los trabajadores ejercen su profesión en condiciones infrahumanas, explotados.
En este sentido, muchos “ninots” de las fallas benicarlandas se quejaban por el gran número de negocios que cierran en la ciudad mientras que al mismo tiempo se preguntaban de dónde salía el dinero con el que los chinos ocupan estas tiendas y montan otros negocios, algunos de los cuales parecen ser fantasmas. Todo parece ser una incógnita.
La cuestión es que tanto los benicarlandos como los valencianos y españoles están sufriendo en sus carnes la mala situación económica que asola especialmente a nuestro país y el resto de la unión europea. Quizás fuera bueno crear un tipo de aranceles que impidieran que los productos importados costaran tan poco como cuestan ante los de producción nacional.
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