
Autor Jerry Bruckheimer
Lengua ES (y otras) Fecha 2009
Lugar de adquisición Biblioteca EOI Vall d’Hebron Minutos 100’
Resumen y opinión
Visualización 31-03-10
Isla Fisher encarna a Becky Blommwood, escritora a la vez que adicta a las compras, lo que le lleva a ser perseguida por un cobrador que pretende que haga frente a los gastos que ha adquirido con sus distintas tarjetas de crédito. Para saldar sus deudas Becky busca un empleo en una revista de moda, ahora bien, acabará trabajando para una revista financiera y mantendrá una relación con el jefe de la misma, al mismo tiempo que acude a un grupo de compradores compulsivos para desintoxicarse.
El subtítulo de la comedia “¡Divertidísima! ¡No podrás parar de reír!” no ha sido en mi caso realidad. En este largometraje se ve reflejado de nuevo como el consumo y el materialismo van más allá de toda importancia por las relaciones personales y como el modelo capitalista impuesto por Estados Unidos crece por todo el planeta.
En tiempos de crisis como en los que estamos, hay personas que siguen comportándose como la protagonista de esta historia y mediante sus conductas terminan con sus relaciones amorosas, personales y de amistad. Del mismo modo que cualquier otra droga, ser comprador compulsivo es también una enfermedad que se tiene que tratar.
Ahora bien, sin duda alguna, esta enfermedad nace de una falta de aceptación de uno mismo por aquello que realmente es y lo quiere confundir por aquello que tiene o que quiere tener. Sin embargo, las ganas de poseer no cesan nunca ya que en teniendo más, más se pretende tener, sin que este deseo se vea jamás colmado.
Por ello, es preciso que la persona se reubique y encuentre el verdadero motivo de la felicidad. Para un creyente, quizás es algo más sencillo ya que con Dios como guía, alcanzar los objetivos, resignarse y llegar de este modo a la felicidad puede ser algo más factible; para personas no creyentes pero que les dan más valor a las relaciones personales, familiares y de amistad, antes que al materialismo, también puede ser una cuestión no difícil de resolver.
Entre todos, tenemos que pensar cuál es la vida que queremos llevar, qué lado de la balanza pesa más, el de las relaciones con los otros o bien el materialismo. Con el primero, aunque a veces nos podamos llevar desengaños, podemos alcanzar un camino que llene nuestra persona y nos haga evolucionar; con el segundo únicamente nos sentiremos llenos en el momento de la posesión, pero no cuando este sentimiento de felicidad aparente y puntual desaparezca porque hemos encontrado otro producto que también creemos que necesitamos.
El peligro de todo esto, aparte del económico, es el de mercantilizar a las personas, creyendo que las mismas son objetos con las que podemos jugar a nuestro antojo hasta que hayan saciado nuestras necesidades. Por ello, es menester que tengamos presente en todo momento la frase que presenta Jesús en el evangelio: Lc 10, 27b “ama al prójimo como a ti mismo”, lo que sin duda implica que nosotros nos tenemos que amar, pero en el sentido real de la palabra, haciendo que nosotros mismos alcancemos el grado de “verdaderas personas humanas”, cosa a la que sólo llegaremos si seguimos el camino que Cristo nos ha propuesto y nos entregamos en cuerpo y alma para el bien de los demás.
31-03-2010

Hola,
ResponderEliminar¿De qué estamos hablando aquí? ¿De consumismo o de patologías?
También hay patologías en las que la persona está totalmente obsesionada con alcanzar un objetivo de vida que es puramente privado y personal y que no pretende compartir con nadie, sinó imponer a toda costa al prójimo (normalmente al cónyugue). Hablaríamos de una especie de maltrato psicológico muy sutil.
Saludos
Lo que queda claro es que bajo una aparente patología, en la que algunos se escudan para eludir su responsabilidad, la persona en cuestión quiere llenar su vida con objetos ya que parece ser que su vida por sí misma, rodeada de los suyos no la llena. Lo más adecuado podría ser redescubrirse verdaderamente, en búsqueda de la verdadera persona humana que necesita ser para alcanzar una vida satisfactoria, lejos de toda esclavitud de consumismo y retomar las relaciones que se han quebrantado o bien roto con los seres que realmente la quieren.
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