
La sinvergüencería de los políticos, más en Barcelona, parece no tener fondo. Este jueves, mientras volvía del entrenamiento pasada la medianoche, no podía creer lo que mis ojos veían al alcanzar la altura de la Gran Vía de la capital condal: otro carril para los autobuses. ¿Qué supone esto? Colapsos cada mañana y cada tarde -al que hay que sumar la reducción de plazas para aparcar-, por tanto, más contaminación y la mala leche in crescendo tanto de los usuarios que religiosamente pagamos cada vez más impuestos, más tasas, como de los vecinos.
"Sr." alcalde de Barcelona, "Sr." Trías, la ha cagado de nuevo. Ante tal cagada, algunos se plantean si se trata de una nueva estrategia recaudatoria. Y es que el verdadero problema es la saturación de la ciudad y la masificación que hay. Mientras que algunos se quejan del centralismo de España en Madrid, ellos hacen lo propio en Barcelona, haciendo real la celebérrima cita farisaica "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago".
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